Homenaje a Hija de Perra

La monstruosidad es algo que atrae, que repele, que intimida, que asusta, y en este país, en esta realidad, son muy pocos quienes han tenido el coraje de ponerse de pie y asumir con orgullo todas esas particularidades que la sociedad aborrece.
Hija de Perra, fue alguien que tomó todas esas cosas, toda esa “inmundicia”, toda esa diferencia, todo ese horror, y en lugar de verse superada por ello, lo llevó sin vergüenza, con tacos altos, sin bajar la frente, porque te armaste con todo lo que quisieron quebrarte, y construiste un legado que va a perdurar más allá de tu muerte.

Nos enseñó a desbordar identidades, romper mitos e imaginarios, a ser bien ridículas y sentirnos bacán por ello. Que más allá de discursos y libros, su proposición fue plasmada en cada una de sus intervenciones sin hacer uso de mayor explicación, ya que éstas hablaban por sí solas.

Desde la periferia de las identidades supiste hacer una trinchera que no pudieron derribar. Gracias por la permanente disposición, por el legado y las nuevas formas de hacer política así como por el aprendizaje generado en cada una de las interpelaciones que hiciste tan solo mostrándote en público. Te despedimos con un recuerdo alegre, sabiendo recordar las manos que están y que vienen para la lucha. Nos prepararemos para formarnos y reforzar nuestras convicciones, entendiendo que este camino es de largo aliento, pero con cada cuerpa, seguiremos avanzando. Juntxs.

Y aún corriendo el peligro de caer en expresiones propias del cliché o en otras formas de despedida tan ordinarias, vale la pena decir que nos alegramos de haberte escuchado, conocido -aunque fuera un poquitito- y de haber podido contar con esa inmunda presencia tuya en nuestra facultad, donde montones de ojos ajenos, curiosos y morbosos, se acercaron a escuchar lo que tú y varias otras tenían que decir, lo que tú y muchas otras siempre estuvieron, están y estarán aportando a la lucha. Porque esa presencia tan fabulosa no podía ser indiferente; algo gritaba (o más bien gemía) desde lejos, quejándose y denunciando aquello que se nos impone y que a todxs nos oprime, y cuyos límites cruzabas constantemente, de una manera admirable(mente pervertida).

Es fácil ocultarse en lo extravagante, no es complejo actuar de manera sórdida frente a un público; lo que sí es difícil y complejo es usar esas experiencias, VIVIRLAS y defenderlas con orgullo. Hija de Perra fue, es y será un ejemplo de coraje, compromiso, de lucha, de resistencia. Wally representa a lxs más marginadxs de esta enferma sociedad, incomodando y enfureciendo a quienes sostienen el patriarcado junto con el capitalismo. Si antes fue la abuela Lemebel, hoy era Hija de Perra, popular, coherente en su decir y su actuar, siempre presente, quien representaba a la escoria, a los “mejor matenlos” a los “metamos a todos los flaites/colas/etc. en un estadio y tiremos una bomba”. El haber presenciado sus performance y haber compartido el espacio de trabajo de la Facso, con disposición y preparación, fue una experiencia que nos llena de orgullo, no porque Hija de Perra moderara nuestra actividad, sino por el poder compartir un espacio de lucha desde nuestras distintas trincheras, golpeando al mismo enemigo.
Su partida debe inspirarnos, debe instarnos a liberar nuestra sexualidad latente, debe hacernos orgullosos de ser lxs marginadxs, colas, trans, camionas, travas, putas, debe hacernos romper los esquemas, debe mostrar que la Revolución no la hacen los hombres, la hacemos todxs, y especialmente nosotrxs, lxs malditxs de esta tierra.