De biografías, chicxs pesadxs y otras tonteras. Feminismo como verbo.

Desde hace poco que me he podido reivindicar feminista y desde hace poco que he comprendido (más o menos) lo que conlleva.
Al día de hoy pienso dos, tres y hasta cuatro veces cuando abro la boca, porque conceptualizar es politizar(1). Porque cuando hablo, no sólo hablo yo, hablan mis raíces, una ideología y lo hago desde mi biografía.
Porque guagua es distinto a bebé, porque Abya Yala(2) es distinto a América, porque fleto es distinto a gay y porque decirse pueblo es distinto a ciudadano.
Empecé a cuestionarme desde la homosexualidad cuando me di cuenta que mi identidad era clandestina (sin pensar siquiera que existían otros tipos de opresiones), así como cuando veía a mi madre enferma, cuidando de mi abuela enferma, para terminar viviendo en una familia enferma.
No entendía el porqué teníamos que vivir así, según yo, en ninguna edad de la vida uno debería estar preparado para vivir esas cosas, menos aún como niño.
Por cosas de la vida (lo digo así porque no le encuentro mucha explicación “científica” a esto), conocí a gente que militaba, empecé a leer y me di cuenta que la violencia no sólo recaía en mi sexualidad, sino que todo el mundo era violento y lo más importante, que yo también lo era.


Comencé a analizar mi biografía desde la posición más crítica posible, me di cuenta de las veces que fui violentado por gordo, por fleto, por diferente, así como las veces que fui machista, homófobo, clasista y reaccionario (con el resto y conmigo mismo) y por último pensé en que, pese a todo, era más privilegiado que el 80% de la población, porque era un niñito ABC1 de “buena familia” que me daban el gusto en casi todo, que nunca pasé hambre, que entraría a una universidad de prestigio y que los créditos con elevadas cuotas eran cosa del 2008, ya que mis viejos compraban a lo sumo a tres cuotas sin intereses y que mi mayor miedo hasta la enseñanza media era que no me pillaran copiando, pasando pruebas o fumando.
Reconocí mi biografía y desde dónde estaba situado.


Luego de “entender” (o acercarme a) esto, aprendí poco a poco a tener opinión, a visibilizarme. Me sentía bien siendo BIEN COLA, mis amigas me mujereaban y me sentía cómodo, daba mi opinión cuando quería darla y no me importaba que me vieran comiéndome a un weón en el metro.
Conocí mi cuerpo y lo aprendí a amar. Aprovechaba los fines de semana para andar en pelotas en la casa y antes de bañarme me detenía en el espejo recorriendo cada pliegue, estría y curva que encontraba, y los encontré bonitos.


Desde mi primer territorio en “conquista”, el paso siguiente era comprender que todxs merecíamos vivir dignamente, que con la demandas que levantábamos la lucha no quedaba conclusa, que era un día a día subvirtiendo relaciones, que el feminismo se asume en una posición de resistencia permanente y por tanto cada espacio y cada acción, estaba politizada y debía responder en torno a ello.


Así seguí leyendo, me asumía un poco más empoderado de mi vida y entendía que el hecho de haber cristalizado la violencia hasta cierto punto correspondía una posición de privilegio, porque tuve la oportunidad de hacerlo y porque aquello me daba las herramientas para desarticular mi opresión.


No soy docto en materias de lenguaje, pero pienso que más allá de entenderse el feminismo como un adjetivo o alguna categoría, para identificarse con algo, se asemeja más a un verbo, que implica acciones, relaciones, estados y procesos.
Recalcando en lo último, concibo el feminismo como procesos individuales de  emancipación que se generan (y deben) generarse de manera colectiva(3); que el feminismo es biográfico y que más allá de pautas programáticas, de manuales y panfletos, el feminismo se vive según cada persona.
A lo largo de nuestras vidas nos transformamos continuamente, llevando como mochila nuestro pasado, siendo una vía imprescindible para nuestra liberación el juicio crítico de nuestras acciones realizadas y aprender(4) de ello, ya que quitarle el componente humano intentando ser más perfectxs que feministas puede resultar frustrante y más aún irreal. Perdernos en idealismos no constituye un favor a nadie ya que dejamos de tomar en cuenta la materialidad en la cual estamos inmersos; como dije anteriormente la transformación es un proceso y por tanto más allá de negar nuestros defectos al reivindicarnos feministas, la práctica nos exige asumir nuestros aspectos negativos también, entendiendo la necesidad de subvertirlos pero derribando el mito de la militancia perfecta. Existen tantas vías feministas así como feministas en lucha, que si bien pueden articularse entre sí dando lugar a corrientes específicas, éstas se inscribieron de forma distinta, desde cuerpos y contextos distintos y por ende devendrán en diferentes caminos. De allí que más de alguna vez me ha hecho ruido el hecho de que en la izquierda y en el feminismo se estén fiscalizando por cada comentario que algún militante haga en sus espacios, generando más rechazos que claridades y de paso mermando la inclusión de lxs compañerxs en las trincheras que disputamos al sistema.


Que a pesar de que encuentre a alguien posmoderno, rimbombante, reformista o cualquier etiqueta que se de en la política universitaria, poco y nada podría criticar, porque en primer lugar de aquello tenía/tengo mucho y porque no le podía pedir la revolución a priori a quien estaba tan sesgado como yo lo estuve/estoy. Aquello no quita que tenga una ética feminista que intente aplicar a cada espacio de mi vida, transformando vínculos, apropiándome de acciones y construyendo nuevos imaginarios, sin tener que dármelas de fiscal, juez y verdugo de cada quien se reivindique feminista.
Sin hacer vista gorda respecto a todos los debates, simplemente mantengo la crítica y la “sospecha feminista” en un debate abierto que no se degenere en un espacio de violencia que resta mucho más de lo que se pretende construir, más por ego que por ideales.


Erradiqué de esa forma el apelativo a feminazi o hembrista(5), construcciones dadas por nosotrxs y por el imaginario patriarcal para sabotear nuestra labor, haciéndonos creer que existen personas más o menos feministas (como si se pudiera calcular) o dicho de otra forma feministas de primera o segunda categoría.


Más allá de las ponderaciones que se pueden hacer en este “juego”, a mi modo de ver pueden estos ser síntomas serios respecto a vicios en la práctica feminista como lo el hecho de caer en lógicas patriarcales casi a un modo de ver “quién tiene el pico más grande”, silenciar otras voces al momento de realizar esta inspección(6) por encontrar al “modelo del sujeto feminista” y terminar enfrascando las problemáticas en aspectos teóricos sin dar lugar a la praxis política, dando así lugar a la pregunta ¿y a quién chucha le sirve mi feminismo?, entendiendo que como movimiento social, éste está de cara al pueblo, siendo un motor de cambio permanente que está en estricta relación a problemáticas materiales que recaen en sujetxs específicos. No sirve de mucho el pensamiento crítico si éste no pretenda disputar algo. A las finales, si no construimos feminismo en comunidad, frente a un otro, frente a nuestra cotidianidad, se convierte simplemente en un aspecto amargado del mismo sistema, enmarcándose cómodamente en él, con una escala de valores un poco más arriba y sin ensuciarse las manos.


Llegando a este punto, considero necesario hacer visible que mi posición no es de una unidad que se manifieste meramente en aspectos identitarios o programáticos en el corto plazo (cosas que a mi parecer son chicles que se pueden estirar demasiado), sino una unidad en la praxis, trabajando en base a la confianza, con respeto y claridad; comprendiendo que para cambiar este mundo hace falta más que un marcador morado y tela roji-negra para destruir al sistema, se requieren todas las cabezas posibles para reconstruir este tejido rasgado, tomando cada hebra, para desenredarla y dar pie a una transformación radical de cada cimiento de la sociedad.


Resumiendo y sin ganas de terminar generando un decálogo sobre lo que es ser feminista, porque no viene al caso, y por lo ya expuesto, no tiene sentido; reitero que más que manuales, necesitamos convicciones, ganas y valentía para disputar aquello que el modelo nos arrebató. Que no dejemos nunca de lado la escucha, ante lo social como a los otros feminismos, que plantean problemas nuevos, divergencias, urgencias contextos y teorías que no debemos ignorar, porque necesitaremos de todas las herramientas posibles para la insurrección y que el motor de nuestro actuar es y será siempre el amor al pueblo, a la transformación y a la dignidad.






1.-https://www.youtube.com/watch?v=Ztc6GS5pXBM "Conceptualizar la violencia de género", Celia Amorós. Extracto de una conferencia donde se explica brevemente la necesidad de nombrar y por tanto hacer lo que queremos y criticamos develando los marcos ideólógicos en disputa. http://generomexico.colmex.mx/textos/El%20genero%20en%20ciencias%20sociales.pdf “El género en las ciencias sociales” Rosa Cobo Bedia. Texto que explica el uso de los concepto género en las ciencias sociales así como la despolitización de éste en el panorama neoliberal.
2.-Abya yala es también un término utilizado por algunas comunidades como un término de resistencia frente al colonialismo europeo. Nombrado así por el pueblo Kuna en Panamá y adoptado en otros espacios así como también por feministas y activistas decoloniales/comunitarixs como signo de reapropiación de nuestras raíces y resistencia en un proceso de elaboración de identidades en rebeldía. Por lo que recuerdo, lxs Kuna lo utilizaban para nombrar todo aquello que estaba al norte y al sur de su territorio y literalmente significa tierra en plena madurez o tierra de sangre vital.
3.-Haciendo un guiño a la frase Simone de Beauvoir "El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente".
4.-Invito a revisar un poco sobre la perspectiva del tiempo aymara, que mira al pasado de frente y al futuro de espaldas, dando a entender que desde nuestra memoria podemos generar las herramientas para abrirnos paso en un futuro desconocido.
5.-Los siguientes artículos desarrollan un poco este debate de manera didáctica y muy simple. http://beatrizgimeno.es/2011/06/01/crear-un-monstruo-para-que-nos-devore/ http://www.elquintopoder.cl/genero/el-hembrismo-un-mito-producto-de-los-miedos-machistas/
6.-Llegando a extremos como en el caso del encuentro feminista 2012.
http://www.kaosenlared.net/america-latina/31830-la-hegemon%C3%ADa-genital-del-feminismo-de-s%C3%B3lo-mujeres1.html “La hegemonía genital del feminismo de (sólo) mujeres” Texto de Cristián Cabello, militante CUDS 
https://docs.google.com/document/d/1ynxQP5Ts4PEBCJOc1HlA80POUCD3RfkcpSL3FMm13v0/edit?pli=1 “NO SOMOS DIGNOS. A propósito del Encuentro Feminista a realizarse en noviembre de 2012” Francisca Barrientos
www.revistas.uchile.cl/index.php/NO/article/download/25013/26364 Respuesta de Articulación feminista ante la polémica 
http://www.marchamujereschile.cl/declaracion-publica-de-la-marcha-mundial-de-las-mujeres-chile/ Declaración de MMM por renuncia a la organización del encuentro.