Entrevista a Silvia Lamadrid, académica de FACSO: Contraste entre 2013 y 2014

Entrevista a Silvia Lamadrid, coordinadora del núcleo de género “Julieta Kirkwood” (Abril de 2013


El año pasado, luego de nuestra constitución como Colectivo, realizamos esta entrevista a Silvia Lamadrid, académica de la Facultad, coordinadora del núcleo de género de Sociología. Con esta publicación queremos contrastar el estado en el que se encontraba el tema del Género en la FACSO -aquí se muestra más la academia, pero ella tiene un fuerte correlato con el tratamiento del tema desde pregrado- y cómo se trata hoy. Estudiantes antiguos y nuevos podrán contrastar si ha cambiado en algo la Facultad.





“Silvia Lamadrid es socióloga, encontrándose en este momento haciendo un doctorado. Desde la Sociología ha estado participando desde los noventa en el Feminismo, y como activista estuvo presente en temas de derechos de las mujeres desde los ochenta, participando en distintas organizaciones de mujeres. Trabajó un tiempo en el SERNAM, dedicándose luego a la Academia en la Universidad de Chile.



El núcleo


TDM: ¿Cuáles han sido las actividades que ha realizado el núcleo desde su formación hasta el día de hoy?

SL: Existen otros profesores interesados en el tema; Catalina Arteaga y Claudio Duarte. Fue con ellos con quienes creamos el núcleo, éste convocó originalmente sobre todo a egresados y egresadas… egresadas, en realidad. A la fecha hemos convocado sólo a un egresado. Con eso partimos, nos costó bastante instalarnos. Hicimos publicaciones, no nos resultó, pero ya por el 2007, 2008, enganchamos con la idea de la revista del núcleo -Punto Género-, y ahí le dedicamos los mayores esfuerzos. Yo diría que eso ha sido la actividad central. Junto con ello hemos tenido otras actividades de difusión, de organización de seminarios, hemos organizado mesas en ALAS, pre-ALAS y también debates internos. Hemos tenido también la intención de tener otra publicación digital, menos rígida que la Punto Género, la cual debe cumplir normas académicas. Queremos tener una que sea opinante.

TdM: ¿Hacia dónde se dirige el núcleo de género, hacia dónde apunta el trabajo que están realizando?

SL: Creo que lo más importante es darle mayor peso académico al tema, esa es la pega de nosotros. Allí hay una pega importante, si el género debería ser obligatorio, si eso debería estar instalado en la malla. Tenemos dos posiciones: unas opinan que debería ser obligatorio, mientras yo pienso que la malla debería ser flexible entera, la Sociología es tan grande que no deberíamos limitarla. Pero veamos qué sale, creo que lo que importa es que existan diversidad de opiniones. Ahora lo que sí creo es que ponernos muy constructivistas en materia de género en este lugar concreto de la Sociología es un poco peligroso, acá lo que se va a soportar es si los convencemos que la temática de género es importante para la estructura social, la economía y la política. Si dejamos instalado eso, podemos ingresar más; debemos convencerlos de que la estructura social no se entiende si no vemos el tema género; que es distinto ser hombre que ser mujer, porque están pasando cosas distintas con ello.

PARADIGMAS


TdM:, ¿Cuál es su mirada del tema en términos paradigmáticos?

SL: En género hay bastantes teorías, no existe una Teoría de género, lo que sí aporta es la mirada de que acá existe un elemento importante para entender la sociedad, pero ese elemento puede ser considerado desde un punto de vista relativamente conservador en el sentido de que ahí lo que interesa es integrar a los desintegrados a un sistema nefasto.

Nos posicionamos en el cuestionamiento de una sociedad que produce opresiones y, al mismo tiempo, se sustenta en las mismas. Si queremos destruirlas tenemos que pensar en el conjunto de todas las opresiones. Yo no hablaría siquiera de desigualdades, el cual me parece un pésimo término. Práctico para la lucha política, pero en realidad el problema no es el ser igual o no, el problema es de relaciones de dominio y de opresión, ya sea que ese dominio y opresión signifiquen explotación económica -como en efecto ocurre con las mujeres-. No es sólo que las mujeres seamos “menos”, “débiles”, “frágiles”, “amorosas”, sino que toda la construcción patriarcal hace que la mujeres nos convirtamos en mano de obra gratuita, o barata eventualmente, para ciertas funciones que si la mujer no se hiciera cargo la sociedad tendría que pagar por ellas.

Develar lo anterior, develar por lo tanto el que haya una buena parte de la humanidad que está obligada en un sentido de normas de tradición cultural a hacer ciertas cosas sin reclamar por ello justa recompensa es notable, ¡hasta cuándo! Eso en términos de explotación. En otros ámbitos lo que se establece es un tipo de dominación que construye personas de primera y de segunda categoría y que elimina partes de la experiencia humana por forzarlos a ser de una determinada manera, que es la manera que le conviene al sistema para perpetuarse, por ejemplo, todas las sanciones hacia la diversidad sexual y todas las sanciones a los comportamientos que no se ajustan a lo que la sociedad chilena establece como “comportamientos correctos”, cómo casarse, tener hijos en el matrimonio, todas esas cosas.

Lo anterior no quiere decir que dentro del núcleo no haya quienes trabajen el tema bajo diversos enfoques; los temas de debate sobre identidades de género diversas, sobre construcción, sobre considerar las construcciones de identidades de género como un proceso en permanente contención hemos hecho menos énfasis, pero no quiere decir que nos opongamos.


En la FACSO


TDM: Cómo han percibido el tratamiento que se le ha dado al tema del género dentro de la facultad, como también en los espacios que se han levantado para ello -ya sea dentro de las mallas curriculares, actividades de facultad, etc.?

SL: Creo que resulta sorprendente que la Universidad de Chile, que se ve a sí misma como líder en muchas cosas, sobre todo en esta facultad, esté tan atrasada, que sean tan fuertes los prejuicios patriarcales, que no se haya logrado instalar un tema que es tan obvio. Todo esto siendo que fue aquí mismo, en esta facultad y en la facultad de al lado donde se crearon los primeros centros universitarios de género. No obstante, sucedió lo que sigue sucediendo en muchas partes, el tema se ha convertido en un ghetto, se nos permite existir pero como una suerte de tumorcito, no como una parte integral. Aquí el género se percibe como una dimensión de la estructura general, como una distracción, una cosita rara… ¡Una cosita rara que involucra a la mitad de la humanidad y más!
Incluso es muy loco que, en otras universidades, como podría ser eventualmente la universidad de los jesuitas (¡católica!), se trate el tema como algo normal. Aquí es una cosa exótica, como un plus. Más encima, el Estado ha estado embalado en transformaciones en materia de equidad de género, y nuestros egresados, si no han hecho voluntariamente un curso electivo, salen redondos respecto al género. Y si les preguntan sobre el tema no tienen idea y además tienen la patudez de hablar, e incluso ocupar cargos, no sabiendo un palo sobre género. Todo esto porque nuestra carrera no ha asumido que ya se sabe que esto es un pilar de la sociedad.
Existe una ceguera enorme, “no, si eso no importa”, “no, si los indígenas no importan, “no, si lxs transgénero no importan”.


En lo Nacional


TdM: Fuera de lo académico, ¿cuál su opinión acerca de las organizaciones disidentes e institucionalizadas, entendiendo sus planteamientos y su forma de desenvolverse en el espacio público?

SL: Yo me considero feminista, no lo ando gritando por razones obvias, se me desespera el ambiente, sin duda tengo el cartel de feminista y loca más encima, porque son como sinónimos. No tengo mayor militancia feminista más que ésta en buena parte por cómo ha sido en la historia, porque el desarrollo de las organizaciones de mujeres ha sido bien complejo. Personalmente participé del movimiento de mujeres de los 80’ y tengo serias dudas del hecho de llamarme feminista en ese momento, porque estaba tan marcada la lucha contra la dictadura que aunque adentro habían demandas feministas, eran las menos y, concretamente, cuando empieza la transición la verdad es que la demanda feminista, si es que no hubiera tenido apoyo de las Naciones Unidas, creo que nos hubiera ido pésimo.

No deja de ser chocante que, por ejemplo, recién en el gobierno de Lagos y tan a contrapelo hayan firmado la ley de divorcio. Algunas otras cosas más interesantes ocurrieron, como el terminar con la diferencia entre hijo legítimo y no legítimo, eso fue súper importante. Pero igual, por ejemplo casi todo lo que se ha hecho en políticas públicas ha tenido que ver más con proteger a mujeres pobres que con derechos de la mujer, excepto con derechos civiles, que a nivel de código civil la cosa era vergonzosa. Ya era añejo el código civil para el 73’, imagínense 20 años después, era para llorar. De hecho, no había ni divorcio. Frente a ello ha habido una puesta al día, una puesta al día sumada al apoyo de políticas públicas para mujeres jefas de hogar y cosas por el estilo. En materia de avance en derechos de la mujer ha habido harto poco, ha habido avances en posicionar a mujeres como menos débiles -estos más importantes hace 40 años- pero una nada. La mejor prueba es la situación de los derechos sexuales y reproductivos que es francamente para llorar. En eso creo que la Concertación fue extremadamente hábil en desmoronar las organizaciones que había, las organizaciones sociales en general y las organizaciones de mujeres en particular. Porque más fuertes que en otros sectores, el SERNAM se constituye como un ente donde casi es él solo quien posiciona políticas de manera totalmente inconsulta con las organizaciones sociales de mujeres. Cuando entré a trabajar en el SERNAM, que fue como en el año 99’, estaban consagrando el segundo plan de igualdad de oportunidades y tuve que ir como recién ingresada a un evento en el SERNAM de Santiago. Entonces habían invitado a un montón de mujeres pobladoras, toda la clientela de la Concertación digamos, y presentaban el PIO e iban leyendo; “vota que sí o que no” -decían- “¡Que sí!” y listo. ¡Qué payasada era esa!, era para llorar, porque el tal PIO se producía en base a técnicas y políticas que luego se volcaban al pueblo, entonces en ese contexto permanecieron las organizaciones de mujeres que tenían un sentido económico, y, cuando vino una bonanza económica, desaparecieron. Han sobrevivido algunas feministas, varias organizaciones feministas que juran de guata que es movimiento, esto no es un movimiento social, no dan batalla y son organizaciones valientes, valiosas, pero, a fin de cuentas, casi inútiles. Para el 8 de marzo fui (a la marcha por el día de la mujer), pero fue terrible es 8 de marzo. De partida me junto con mis viejas -amigas- y lo primero que me dicen es que estamos acá, pero las otras están allá y éstas se pelearon y en la reunión del 8 de marzo las Pan y Rosas por un lado, las otras por acá, había otra cosa en el centro, la Tohá no había dado permiso para que se hiciera el evento en la plaza de armas... Más encima, todos los carteles hablaban de cualquier cosa, menos de la mujer. No había una organización de mujeres… Pan y Rosas es feminista y creo que la diversidad sexual es fantástica, pero qué quieres que te diga, era el día de la mujer. Era realmente terrible, terrible y después, ya, grupos sindicales, patria o muerte (risas)… terrible. Creo que esta difícil la cosa. Ahora, la diversidad sexual ha planteado temas interesantes y, como tienen demandas más concretas, eso les ha permitido articularse bastante mejor. Además de la emergencia del mundo gay –cuico-, que ha planteado muy exitosamente demandas que en la estricta verdad son de clase media para arriba. Porque para que tenga sentido pelear por el matrimonio hay que tener propiedades, si no tienes propiedades te da lo mismo.

TdM: ¿Cuál es su opinión respecto a las políticas que se han tratado de promover por algunos grupos más conservadores (ej. =iguales)? Podrían ser el AVP, o la ley anti discriminación, entendiendo que a lo mejor no son las políticas más urgentes o que no representan a la mayoría.

SL: Tal vez nos son las más urgentes, pero si logran constituirse en las que arrastran, son las que importan. También hay que tener efectividad política. Y claro, es cierto que es muy divertido, siempre ha sido muy divertido. Quienes empezamos como militantes de izquierda, feministas, anti matrimonio, ahora estamos pidiendo por el derecho a casarse. Los heterosexuales no se casan y los homosexuales quieren casarse. Pero es que no es sólo el problema de la propiedad, hay otro elemento más que es bien importante de por qué legalizar las uniones. Ojalá en el mundo de las demandas de las mujeres encontráramos algo que fuera tan movilizador como esto, pero, ponte tú, la legalización del aborto es compleja, muy compleja. Por la tremenda campaña en contra que se ha hecho. “El aborto es satánico”. Aunque ahora en el sentido común chileno está disminuyendo eso de que el aborto sea tan satánico. Y hay cierta tolerancia, pero el sector anti-aborto es de un fundamentalismo sorprendente. ¿Ustedes conocen una canción que se llama...? no recuerdo el nombre de la canción, pero era una canción de los 70 que es sobre un niño abortado. ¿No? Búsquenla… Trigo Limpio se llamaban los cantantes, búsquenla en YouTube. ¡Es maravillosa! “¿Qué tal, mamá? Escuché a un señor que discutía contigo y tú llorabas, yo te quiero mamá…” y al final le dice: “Parece mamá que voy a morir, porque tú llorabas y el señor ganaba… Así que, adiós mamá, bañado en sangre me voy”.

TdM: (Risas) La gente cree que es así en la realidad.

SL: Claro, no hay caso de hacerle entender que efectivamente hasta los 3 meses no hay desarrollo neurológico como para hablar de vida humana.

TdM: Y casi todos son antes de eso.

SL: En fin, por eso creo que es difícil ¿por qué deberíamos luchar en realidad? En realidad deberíamos luchar por una educación sexual. Pero la actitud del sentido común respecto a la educación sexual es tan ambigua, que no se logra percibir la fuerza de la demanda, de la necesidad de la demanda. De que es una necesidad, que no es ningún lujo. Porque no lo es, si se han fijado, pero cada vez que se habla de aborto se dice: “Es que debería haber educación sexual...” ¡Y no hay pues! ¡Ese es el problema!